CUEVAS PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN: PARA CAVERNÍCOLAS DEL SIGLO XXI
disfrutaron nuestros ancestros- lo mejor es poner rumbo a las afueras de Guadix, donde esperan las Cuevas de Pedro Antonio de Alarcón, un conjunto de casas-cueva habilitadas como apartamentos y que en su día habían formado parte de una de las barriadas de Guadix. Son rojizos montículos de arcilla que conforman un paisaje lunar donde destacan las fachadas y las chimeneas encaladas que sobresalen. Al atardecer, desde el mirador de las cuevas, el contraste cromático entre la roca arcillosa, el fulgor de la cal y el azul del cielo convierten a las Cuevas de Pedro Antonio de Alarcón en una paleta de colores deslumbrante. Su historia empezó hace 20 años cuando la familia propietaria decidió comprar a los antiguos inquilinos de las cuevas para crear un complejo de 23 casas. Las cuevas son apartamentos equipados con una cocina completa, un salón comedor con televisión, baño y una o varias habitaciones según el tamaño de la cueva. Hay cuevas individuales aptas únicamente para una persona y cuevas de hasta en las que pueden convivir ocho personas. Incluso se ofrece una cueva con jacuzi para dos personas. Son muchas las sutilezas que descubrirá al pasar unos días alojado en estas oquedades rocosas. Primero, descubrirá una muestra de lo que antaño era una auténtica casa tradicional granadina, sobre todo si lee las historias de los elementos que configuran su decoración interior. Y es que de las paredes penden platos antiguos, enseres de latón para la cocina, mantones de manila y, encima de las camas, colchas tejidas a mano. Eso no es todo. Otra de las experiencias será vivir en primera persona la acogedora calidez de estas cavernas. Porque si bien se tiende a pensar que el interior de la cueva es una concavidad oscura y claustrofóbica, aquí la luz fluye en su interior gracias las ventanas que dispone la parte posterior de la vivienda y a una amplitud que aseguran sus techos de más de tres metros de altura. Por si fuera poco, ya se trate del crudo invierno granadino o del implacable estío, el interior de la roca arcillosa le asegurará disfrutar de una temperatura constante y plácida. Se tratará, en definitiva, de una oportunidad única y singular de revivir la cultura de los primeros pobladores de Guadix pero con los todos lujos de la era moderna. Es el privilegio de ser un troglodita del siglo XXI.
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