El Milano Real, Ávila (España)

EL MILANO REAL, HOYOS DEL ESPINO ÁVILA.
Encaramado en una ladera del pequeño pueblo de Hoyos del Espino, en pleno corazón de la cara norte de la Reserva Nacional de la Sierra de Gredos, el Hotel y Restaurante El Milano Real es un alojamiento único en su género desde el que tocar las estrellas. Y lo es, además, por muchos motivos. El principal, sin duda, porque el alma de este hotel acogedor y singular son Paco y Teresa, hoteleros apasionados que, desde la inauguración del establecimiento hace 15 años y gracias a un trato exquisito y familiar, lo han convertido en una referencia en la zona. “Para nosotros, el servicio, el haber gestado un equipo bien formado y profesional que siente que este hotel es también suyo es nuestro principal logro en estos años”, afirma Paco. El Milano Real ofrece un sugerente retablo de habitaciones que incluye 5 dobles superiores y 8 dobles, y ocho fantásticas suites temáticas. En estas últimas, gracias a toques decorativos sutiles -además de aderezos como la bañera de hidromasaje- es posible disfrutar de una noche nórdica, japonesa, colonial, árabe… Además de espacios únicos para disfrutar al ritmo de las estaciones –el salón con chimenea para deleitarse con una buen libro mientras la nieve lo cubre todo; 



el jardín para un refrescante descanso en verano-, no hay que olvidar joyas como su spa, Aguas de Gredos, una instalación de vanguardia en la que dejarse acariciar por su circuito de hidroterapia o dar unas brazadas en su piscina climatizada. Por si todos estos alicientes no fueran suficientes, los gourmets saben que la cocina del Milano Real –dirigida por el chef Roberto González- es una referencia gastronómica en la zona. Sus señas de identidad son sólidas y atractivas como las vistas del Circo de Gredos que se otean desde el comedor: calidad de los productos (del huerto que cuida con pasión Teresa salen deliciosas judías verdes, calabacines, frambuesas y una nutrida retahíla de hierbas aromáticas) y una apuesta por la cocina tradicional con un sofisticado toque innovador. ¿Pero dónde queda a todo esto la caricia a las estrellas? Para comprobarlo sólo hay que encaramarse al observatorio astronómico del hotel y, aprovechando la ausencia de contaminación lumínica de Gredos y la sapiencia astrofísica de Paco, dejar vagar la mirada por las estrellas, los planetas y las nebulosas que desvela el telescopio electrónico semiprofesional. Moraleja: un hotel único en el que acunar los sentidos entre estrellas.

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